martes, 20 de febrero de 2007

TENÍA QUE DARLE LAS GRACIAS

A lo largo de nuestra vida convivimos con personas (familia, amigos, compañeros) que enriquecen nuestra existencia. Desde pequeños nos hemos ido moldeando segun nuestra personalidad y nuestro entorno más cercano (padres, profesores,etc.), pero en un momento determinado te das cuenta que hay muchas cosas que siempre te han acompañado y que son tan inherentes a tí que no sabes desde cuando te acompañan (un libro, una película, una calle, una cofradía, una canción...).

Y un día descubrí que Mozart y su música eran una especie de banda sonora de mi vida. Supongo que la culpa la tuvo mi padre, gran amante de la música clásica (aunque su debilidad siempre fue Beethoven); con quince años creo recordar, fui a comprarme mi primer disco a unos grandes almacenes, la idea era adquirir uno de Supertramp (me parece que era "Crisis, what crisis?") y de repente me encontré abonando el "Requiem" de Mozart, lo había escuchado en un programa de radio y me llegó al corazón. Desde entonces, y aunque por supuesto compro y escucho todo tipo de música, siempre me ha acompañado la del genio salzburgués.

Noches de estudio, días de navegación, noches de trabajo, tardes de lectura, siempre, siempre estaba su música presente (incluso me declaré a la que hoy es mi mujer viendo "Amadeus"); junto a la música de Cigarreras estaba la de Mozart, las dos me acompañaron siempre.
Por eso le prometí a mi mujer que en el año del 250 aniversario del músico (2006) recorreríamos Europa tras sus huellas para darle las gracias por los momentos que nos había hecho pasar. Lo buscamos en Milán, donde empieza su reconocimiento internacional; en Salzburgo, donde nació y pasó su infancia aunque él nunca la quiso; en Praga, la ciudad que más le reconoció y donde mejor entendían su música; en Baviera, que tanto recorrió de niño con su padre y por supuesto en Viena.

Lo buscamos asistiendo a óperas suyas en teatros donde el mismo dirigió, a conciertos de sus obras en salas donde asistió, en casas donde vivió y compuso, en calles por donde paseó. Ni siquiera en los cientos de monumentos dedicados lo pudimos reconocer.

El último día que pasamos en Viena decidimos buscar su tumba real, la verdadera fosa común donde fué arrojado en Diciembre de 1791. Nos habían hablado que esa fosa se encontraba en un cementerio ya cerrado a su práctica habitual a mediados del XIX y que estaba a unos cinco kilómetros del centro de Viena.

Tomamos el metro y el autobús hasta llegar a una especie de suburbio llamado St. Marx, donde después de andar un buen rato llegamos al cementerio del mismo nombre. No habia nadie, tampoco indicaciones salvo una pequeña historia escrita en alemán donde se cuenta que el encargado del cementerio en el siglo XIX, amante de la música de Mozart y apenado porque el ayuntamiento de Viena había retirado la estatua del músico, decidió coger trozos de tumbas abandonadas y después de arreglarlos, convertir aquellos retales en un monumento. La fosa común tenía seis metros de diámetro y él puso aquel monumento en el centro geométrico de dicha fosa.

Después de leer esto nos adentramos en aquel cementerio ya abandonado y empezamos a buscar aquel monumento, aquella fosa común donde en algún lugar de esos seis metros de diámetro se encontraban los restos del genio.

Y lo encontramos......No articulamos palabra alguna, allí en aquel sitio en medio de Centroeuropa únicamente estabamos mi mujer, Mozart y yo. Carmen le puso la única flor viva que pudo encontrar por alli, una margarita; rezamos un Padrenuestro por su alma y nos despedimos con un:

Vielen Dank Mozart !, tausend Dank, mein Lieber Wolfgang.

5 comentarios:

Reyes dijo...

No soy nada entendida de música clásica, como dices, yo me hubiese quedado con Supertramp, pero en Praga descubrí su figura.
Me leí su vida, volví a ver Amadeus y me hice de una colección de CDS con lo mejor de su obra.
Es un personaje que me fascina, tiene algo místico, especial, como todos los genios.

Les Corts dijo...

Y como tantos genios, no empezamos a descubrirlo hasta mucho después.
Si cuando fuistes a Praga, te acercaste a Bertramka, te encontrarías cerca de su música y es que verdaderamente Praga tiene algo especial.
Un saludo

Les Corts dijo...

Se me olvidaba. Supertramp me lo compré al poco tiempo, y hoy día, tengo todos sus discos (que lamentablemente no fueron muchos).
De todas formas, ni unos ni el otro han pasado de moda.

Reyes dijo...

Estuve en una iglesia llamada Sant Nicholas o algo así que conservaba el órgano donde tocaba de pequeño.
También fuí al teatro (por fuera) donde se estrenó Don Giovanni y se rodó Amadeus.
Sencillamente maravilloso.
Escucharle cuando se necesita paz es toda una experiencia para los sentidos.
Mi tesoro de Praga: una marioneta casera artística que una señora mayor me hizo de Mozart.
Lo de Supertramp es punto y aparte, el "Paris" es una joya.

Les Corts dijo...

Efectivamente, en la iglesia católica de San Nícolas está ese organo.
El teatro que dices es el Estates Theatre,tuve la suerte de asistir a una representación de Don Giovanni y el espíritu de Mozart aun anda por allí.
Del "París" de Supertramp siempre me molestó una cosa: la canción más romántica de ellos "Two of us", no está completa.