miércoles, 14 de marzo de 2007

MISMO SITIO, MISMA HORA

Fecha: Lunes 12 de Marzo de 2007.
Lugar: Una cafetería en el centro de Tomares.

Estaba yo tomando café antes de irme a la mudá de la Hiniesta. En la parte opuesta de la barra había un grupo de personas (cinco o seis), uno del grupo no paraba de mirarme (era un hombre de unos treinta y pocos años). Al principio no le dí mayor importancia, aunque cada vez que levantaba la vista del periódico, él volvía la suya a la reunión donde se encontraba. A mi su cara no me sonaba de nada, y como ya me estaba mosqueando, cogí la prensa, el café y me fuí de la barra hacia una mesa que estaba libre.

Al rato, (ya me había olvidado de las miradas) cuando la reunión se marchaba, veo que la persona que no había parado de mirarme viene hacia mi mesa y muy educadamente me dice:

"Disculpa que te moleste, me llamo Juan ¿Antonio?", (creo recordar que ese era el nombre, del apellido no me acuerdo), "Es que yo soy nazareno de San Benito y hace muchos años que te veo en el mismo sitio viendo mi hermandad, el año pasado no te ví y es cómo si le faltase algo al Martes Santo".

Hablamos simplemente dos o tres minutos. Por lo visto, él era el nazareno que en los últimos tres o cuatro años me daba la foto del Cristo de la Sangre, ese nazareno del que siempre tenemos dudas sobre quién será. Y efectivamente el año pasado no vi su hermandad en el mismo sitio de siempre.

Cuando llegué a San Julián lo comenté con algunos amigos y lo curioso fue que todos, absolutamente todos, veíamos en algún punto del recorrido alguna persona que no conocíamos de nada pero que si faltase algun año la echaríamos de menos.

Porque la Semana Santa es religiosidad, por supuesto sin ella no tendría sentido; es manifestación popular, es olor, luz, música, primavera. Pero a medida que vas cumpliendo años es sobre todo memoria, recuerdo y nostalgia.

¿Por qué sino decimos que el Domingo de Ramos empieza todo a acabarse?
¿Por qué vemos las cofradías en los mismos sitios?
¿Por qué hacemos siempre, siempre los mismos ritos antes de vestirnos?
¿Por qué aquellos, a quien la fe hace tiempo que abandonó, buscan la mirada de una virgen determinada en un lugar exacto?

Sencillamente porque alguién, algun año, cuando tu no estés, se acordará de ti cuando el Cristo de la Sangre, en una revirá eterna, se despida de la Virgen de Loreto....


9 comentarios:

Reyes dijo...

Mi Semana Santa son recuerdos, de mi infancia, de mi abuelo, de mi padre; sobre todo de él, hermano nº 19 de una de tus Hermandades que siempre me llevaba a ver su Virgen al mismo sitio para que oyera su paso de palio.
Siempre que la veo, año tras año, voy al mismo sitio, y de los dos hijos que tengo,a uno de ellos, que le tira más estas cosas nuestras que al otro, le cuento lo mismo que me contaba y me sigue contando mi padre de su Virgen del Rosario.
Y siempre estamos los mismos.

ANTONIO SIERRA ESCOBAR dijo...

Querido amigo, a eso le llamo yo "dar fé de nuestra fé"..lo mismo me ocurre cada Domingo de Ramos en el Besamano del Señor de la Salud, de golpe ves el luminoso patio y los vecinos de tu infancia que al menos una vez al año no envejecen.

Anónimo dijo...

Preciosa historia, que contiene misterio y emoción, dos de las claves de la Semana Santa. Yo, aunque no sea de Sevilla y aunque «sólo» lleve nueve Semanas Santas a mis espaldas, tengo ya —como dices— memoria, recuerdos y nostalgia. La Semana Santa se acaba convirtiendo en una metáfora de nuestra propia vida. Y Dios es, a veces, como ese nazareno que nos echa en falta. Sigue recordando, amigo, y cuéntanoslo.

el aguaó dijo...

¡Cuanta razón llevas en tu artículo!. No puedo evitar contemplar algunas cofradías en un sitio determinado. Me pasa, por ejemplo, con Amargura, me encanta verla recogerse, con su plaza llena hasta reventar, en la oscuridad del silencio y entre el humo del incienso. Siempre trato de estar en el mismo sitio: en uno de los lados de la puerta, pero pegado a la pared del templo. Con la Hiniesta me pasa tres cuartos de lo mismo, en Doña María Coronel, con su luz bañada por el naranja de las farolas y el azahar de los naranjos. Y con muchas más, pero se dilataría en demasía mi comentario.

De nuevo genial, querido amigo, como nos tienes acostumbrados.
Un abrazo.

Enrique Henares dijo...

Detalles e instantes como estos son los que hacen mágica la Semana Santa. Nuestra vida cofrade son momentos anualmente repetidos, pero siempre distintos, ilusionantes y anhelados todo un año.

Javier Arias dijo...

Que maravilla de texto, has dado de nuevo en la tecla. Ya queda poco y de nuevo revivimos momentos que se configuran con el paso del tiempo como un acto consetuedinario.

Has nombrado, no se si por casualidad, mis dos hermandades. Deduzco que sueles ver San benito en la revirá de Jesus de las Tres Caidas, sino es así espero que me lo comuniques para que yo tambien pueda ofrecerte una estampa del stmo. Cristo de la Sangre este Martes Santo si el tiempo lo permite.

un abrazo

Les Corts dijo...

No sabía que eras de San Benito, amigo Txomin; al Cristo de la Sangre lo veo siempre en esa esquina, ya que asi puedo verle las dos vueltas eternas que hace (es que tengo debilidad por la forma de andar de ese paso); bueno, en realidad tengo debilidad por toda la cofradía.
Querido aguaó, si algún día los blogueros (que palabra más fea) nos fueramos de la ciudad en Semana Santa, algunas calles se quedarían vacías, puesto que casi todos vemos las cofradías en los mismos sitios.

Les Corts dijo...

Me alegro de tenerte de nuevo en Sevilla, querido pregonero, ya nos contarás como se vive una cuaresma por los valles del Po.
¿Sabes una cosa Dama?, mi padre es el número 20 de Montesión y, por cierto, me has dado una idea para un próximo comentario (ya comprenderás cuando lo leas).
Amigo carlos rm, como dice el querido ojival, tu, allí en las islas si que das "fe de nuestra fe", espero que pronto podamos tenerte por aquí.

Anónimo dijo...

Peaso de historia. No, si lo que no te pase a ti.

Por si alguien quiere comprender, es que hay caras y caras.

1 BESO DORAIMON.