"Las Cofradías de anoche"
"Colisión entre cofrades. Proximamente a las diez y media de la noche, y cuando mayor era la concurrencia que presenciaba el paso de las hermandades por la Plaza de la Constitución, algunos gritos y la huida de varios nazarenos que desordenadamente salían de calle Sierpes, determinaron la dispersión de la multitud que atropelladamente buscaba refugio contra aquel hecho inesperado que le amenazaba.
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La avalancha humana, adquiriendo colosales proporciones y extendiéndose rapidamente a cuantas calles constituyen parte del recorrido acostumbrado de las cofradías, invadió cuanto facil acceso encontró al paso.En este movimiento general de huida, más necesario por las versiones variadísimas que del hecho se hacían, hubo la consecuencia general de casos semejantes: desmayos, accidentes, contusiones más o menos leves, pérdidas de sombreros, etc. y algún que otro vendedor ambulante vió esparcida por el suelo su mercancía, con el quebranto lógico de sus intereses.
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Aunque, como decimos anteriormente, circularon sobre el hecho versiones tan distintas, que lo hacían consistir, segun unos, en riña de dos beodos; en alboroto promovido por rateros para pescar en la revuelta, según otros; en el incendio de un paso, al decir de muchos. Una vez inquirida su causa, se vino en conocimiento de lo ocurrido, bien censurable, pero no suficiente a explicar tan desmesurada alarma.
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Según nuestros informes, al tiempo de recorrer la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, la parte de calle Sierpes que cruza por las de Rioja y Cerrajería, la hermandad de la Carretería que bajaba por esta última calle, de regreso a su capilla, pretendió cortar el paso de la primera, a lo que esta se opuso, fundándose en la necesidad de llegar a la plaza de San Francisco a la hora prefijada.
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Hay quien dice que por algunos de los hermanos de la Carretería se pretextó, para dar mayor fuerza a sus razonamientos, que en la calle había estallado un incendio, por lo cual los de la otra hermandad estaban ya dispuestos a dejar libre el paso; pero admitida la falsedad de la noticia, se mostró más viva oposición, pasándose de aquí al alboroto y confusión consiguiente, tras lo que vinieron los ciriazos mutuos y otros argumentos de mayor eficacia.
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Restablecido el orden después de ímprobos esfuerzos, pudo la cofradía de la Soledad, continuar su estación. Cuando esta hermandad estaba por la calle Cánovas del Castillo y la de la Carretería empezaba su desfile por la de Fernández y González, la confusión de los primeros momentos llegó a reproducirse, adquiriendo magnitud semejante.
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Otra vez carreras, sustos, desmayos, gritos, accidentes, prendas que se abandonan en la huida sembrando el pavimento, y por último, la intervención oportunísima de un individuo de la benemérita, que con dos cachetes sabiamente administrados, reduce a un nazareno asaz belicoso. Pero el movimiento de la multitud extendiose en todas direcciones, llevando facilmente la alarma, mucho más, cuando los espíritus no habían recobrado la tranquilidad necesaria.
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Sobre el suelo de calle Cánovas del Castillo quedaron, amen de otros restos de indumentaria, varios trozos de túnica de los nazarenos contendientes.
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Tras este alboroto comenzó el desfile general de público. ¿Comentarios?, hágalos quien quiera. La elocuencia de estos hechos basta a retratar fielmente a quien los ocasiona.
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Esto ocurrió el Viernes Santo, 13 de Abril del año ¡¡¡ 1900 !!!.
Noticia extraida del noticiero "El Porvenir", edición de Sevilla del 14 de Abril de 1900.
Hemeroteca Municipal de Sevilla.
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La avalancha humana, adquiriendo colosales proporciones y extendiéndose rapidamente a cuantas calles constituyen parte del recorrido acostumbrado de las cofradías, invadió cuanto facil acceso encontró al paso.En este movimiento general de huida, más necesario por las versiones variadísimas que del hecho se hacían, hubo la consecuencia general de casos semejantes: desmayos, accidentes, contusiones más o menos leves, pérdidas de sombreros, etc. y algún que otro vendedor ambulante vió esparcida por el suelo su mercancía, con el quebranto lógico de sus intereses.
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Aunque, como decimos anteriormente, circularon sobre el hecho versiones tan distintas, que lo hacían consistir, segun unos, en riña de dos beodos; en alboroto promovido por rateros para pescar en la revuelta, según otros; en el incendio de un paso, al decir de muchos. Una vez inquirida su causa, se vino en conocimiento de lo ocurrido, bien censurable, pero no suficiente a explicar tan desmesurada alarma.
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Según nuestros informes, al tiempo de recorrer la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, la parte de calle Sierpes que cruza por las de Rioja y Cerrajería, la hermandad de la Carretería que bajaba por esta última calle, de regreso a su capilla, pretendió cortar el paso de la primera, a lo que esta se opuso, fundándose en la necesidad de llegar a la plaza de San Francisco a la hora prefijada.
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Hay quien dice que por algunos de los hermanos de la Carretería se pretextó, para dar mayor fuerza a sus razonamientos, que en la calle había estallado un incendio, por lo cual los de la otra hermandad estaban ya dispuestos a dejar libre el paso; pero admitida la falsedad de la noticia, se mostró más viva oposición, pasándose de aquí al alboroto y confusión consiguiente, tras lo que vinieron los ciriazos mutuos y otros argumentos de mayor eficacia.
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Restablecido el orden después de ímprobos esfuerzos, pudo la cofradía de la Soledad, continuar su estación. Cuando esta hermandad estaba por la calle Cánovas del Castillo y la de la Carretería empezaba su desfile por la de Fernández y González, la confusión de los primeros momentos llegó a reproducirse, adquiriendo magnitud semejante.
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Otra vez carreras, sustos, desmayos, gritos, accidentes, prendas que se abandonan en la huida sembrando el pavimento, y por último, la intervención oportunísima de un individuo de la benemérita, que con dos cachetes sabiamente administrados, reduce a un nazareno asaz belicoso. Pero el movimiento de la multitud extendiose en todas direcciones, llevando facilmente la alarma, mucho más, cuando los espíritus no habían recobrado la tranquilidad necesaria.
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Sobre el suelo de calle Cánovas del Castillo quedaron, amen de otros restos de indumentaria, varios trozos de túnica de los nazarenos contendientes.
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Tras este alboroto comenzó el desfile general de público. ¿Comentarios?, hágalos quien quiera. La elocuencia de estos hechos basta a retratar fielmente a quien los ocasiona.
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Esto ocurrió el Viernes Santo, 13 de Abril del año ¡¡¡ 1900 !!!.
Noticia extraida del noticiero "El Porvenir", edición de Sevilla del 14 de Abril de 1900.
Hemeroteca Municipal de Sevilla.
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